Primera jornada otoñal organizada por el Valdío de Barrado
El día amaneció lluvioso y el sol no quiso aparecer hasta entrada la tarde. Eso hizo que la ruta no fuera muy numerosa, pero la lluvia era fina y no nos desanimó a salir al campo a disfrutar de los colores amarillos y ocres, a fantasear con las setas rojas solo aptas para gnomos, a soñar con la misteriosa estampa de los robles y castaños envueltos en la niebla.
Le pusimos buena cara... ¡al buen tiempo!
La ruta duró tres horas: bajamos por los lejíos, llegamos a las viruelas, subimos por las angosturas y el cerro moral y nos encaminamos al pueblo. A la llegada, comimos castañas asadas de la variedad "injerta", una castaña autóctona de la que no quedan muchas, es pequeña de tamaño pero con muy buen sabor que compite con el dulzor de la gloria.
Fue una deliciosa jornada desde el principio al final.
El día amaneció lluvioso y el sol no quiso aparecer hasta entrada la tarde. Eso hizo que la ruta no fuera muy numerosa, pero la lluvia era fina y no nos desanimó a salir al campo a disfrutar de los colores amarillos y ocres, a fantasear con las setas rojas solo aptas para gnomos, a soñar con la misteriosa estampa de los robles y castaños envueltos en la niebla.
Le pusimos buena cara... ¡al buen tiempo!
La ruta duró tres horas: bajamos por los lejíos, llegamos a las viruelas, subimos por las angosturas y el cerro moral y nos encaminamos al pueblo. A la llegada, comimos castañas asadas de la variedad "injerta", una castaña autóctona de la que no quedan muchas, es pequeña de tamaño pero con muy buen sabor que compite con el dulzor de la gloria.
Fue una deliciosa jornada desde el principio al final.